Cada año se recuerda el movimiento estudiantil de México en 1968, mucho se ha comentado de las injusticias cometidas a los estudiantes, existen documentales, películas, libros muy bien logrados, como La noche de Tlatelolco de Elena Poniatowska, etc. Porque, si bien es cierto, hace 43 años era muy difícil hablar con claridad de lo que había ocurrido aquel 2 de octubre, y lamentablemente poco se voltea a ver la relevancia que tuvo la caricatura política en el tratamiento de esta situación tan crítica en nuestro país.
El 3 de octubre nadie se atrevía a decir la verdad, pero la masacre era evidente. Ese día el monero regiomontano: Abel Quezada publicó en su espacio que tenía en el Excélsior, que en ese entonces era el diario más importante a nivel nacional, un cartón memorable, conformado por un rectángulo negro y arriba del mismo: ¿por qué? El poder del negro y la pregunta fueron suficientes para que el caricaturista manifestara su inconformidad, una pieza dura y contundente.
Y es que ante tal injusticia ¿qué más había que decir? las palabras, los discursos y los monitos salían sobrando; qué decirles a las madres que habían perdido a sus hijos de esa forma tan violenta, qué decirle a los vecinos de Tlatelolco, a la sociedad cansada de las mentiras y represión del gobierno. Como diría Poniatowska: “fuerte es el silencio” y en ese rectángulo negro estaba contenido todo el luto, todo el dolor de los que se quedaron aquí para contar esa trágica historia. Carlos Monsiváis comentó que era un cartón magistral, porque la fuerza de la imagen desbarataba la versión oficial de la subversión y de una manera frontal.
Quezada logró lo que pocos, ganarse la simpatía y la credibilidad de sus seguidores, era respetado por la clase política, participaba en la campañas publicitarias de los juegos olímpicos del 68, pero desaprobaba la matanza de los estudiantes de aquel año, aceptaba ir a los viajes con Luis Echeverría; sin embargo se manifestó en contra del golpe al Excélsior. Supo burlar la censura de su tiempo. En una época en la que casi no había libertad de expresión, AQ fue uno de los periodistas más influyentes, creador de personajes tan populares como: Gastón Billetes, El Político Flotante, El Charro Matías, y el Señor Pérez; además de publicista, pintor, divulgador de las teorías mexicanológicas de los años 50’ de Octavio Paz, Samuel Ramos, entre otros.
México es un país lleno de paradojas en el que las observaciones más precisas son chistes bien construidos. Esto eran los cartones de Abel Quezada.
Rafael Barajas, El Fisgón.
*Agradezco al artista visual: Gustavo Fuentes, por su colaboración para la realización de este artículo.
Por: Alejandra Fuentes.
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