jueves, 29 de septiembre de 2011

El Taj Mahal: en el nombre del amor.


El Taj Mahal es poesía hecha arte, un canto al amor, una obra sublime que sólo un alma enamorada sería capaz de ofrecer al mundo.
Anónimo.

     En la entrada al Taj Mahal hay unos versos en árabe extraídos del Corán, que describen el paraíso, y que dicen: “quien cruce esta puerta de bronce, descubrirá un palacio de perlas rodeado de jardines”. Pues bien, descubramos la historia de este majestuoso palacio.

     Esta historia  data de 1607, cuando Sha Jahan,  de tan sólo 16 años de edad, heredero del Gran Imperio Mogol (imperio que dominó el norte de India entre los siglos XVI y XVIII)  se encontraba en el Meena Bazar, la fiesta que permitía a los dignatarios de la corte mogol visitar el mercado que montaban las mujeres;  en la cual vio por primera vez a una chica de nombre Arjumand. Él quedó impactado con su belleza, y en ese momento sólo pudo preguntarle el precio de una de las joyas que ella vendía, sin pensarlo dos veces, se decidió a comprarlas, a pesar de su elevado costo.
     Sin embargo el emperador Jahn tuvo que esperar cinco largos años, y casarse dos veces, para estar al lado de Arjumand. En la boda, a la que fueron cientos de invitados y fue una ceremonia espectacular, Jahn nombró a su esposa: Arjumand Mumtaz Mahal, que significa: “La Elegida del Palacio”.
     Desde aquel momento,  pocos días pasaron separados; él la llenaba de regalos caros, de diamantes, le demostraba su amor  a cada instante. Ella, a su vez, lo esperaba con el mejor de los vinos cada que él regresaba de un combate. Uno tras otro, y otro hasta llegar a los 13 hijos, tuvieron. El último parto, el número 14, se complicó; durante horas Jahn le dio fuerza, la tomó de la mano, no se separó de su lado; observando cómo la vida de su amada esposa se le escurría entre las manos, hasta desvanecerse definitivamente.
     El golpe para Jahn fue tal, que pasó ocho días encerrado en su habitación, sin casi comer ni beber; al término de su encierro mandó construir el mausoleo más impresionante que jamás se haya visto para el descanso eterno de su amada esposa; como prueba de su amor y para que el recuerdo de su nombre perdurara por siempre, y así fue.
     En Agra, lugar donde se sitúa el Taj, se reunieron las mayores riquezas del mundo: el mármol fino y blanco de sus paredes se trajo de las canteras de Jodhpur, jade y cristal de la China, turquesas del Tibet, lapislázuli de Afganistán, crisolita de Egipto, ágata del Yemen, záfiros de Ceylán, amatistas de Persia, coral de Arabia, malaquita de Rusia, cuarzo de los Himalayas, diamantes de Golconda y ámbar del océano Indico. Se desvió el río Yamuna para que el Taj Mahal se reflejara en sus cristalinas aguas.
     Muchas versiones revelan que el emperador tuvo a su disposición a los mejores arquitectos y decoradores, después de terminar su trabajo les hacía cegar y cortar las manos para que no pudieran volver a construir un monumento que empañara la grandeza del Taj Mahal. Ésta era una práctica bastante común en relación a algunos de los grandes monumentos de aquella época mogola. El fundador de aquel imperio fue Babur, de religión islámica, quien logró conquistar el norte de India en 1526. A partir de esta fecha, la edificación de majestuosos palacios fue característica de cada emperador mogol, quien luego de su muerte lo transformaba en su sepulcro y el de sus esposas.
     Cada uno de ellos fue construido en mármol, con grandes jardines como entradas al mismo. Pero sin lugar a dudas el Taj Mahal, es el más simbólico de todos ellos ya que Jahan era un enamorado del arte y la belleza.
    La monumental obra duró más de 20 años, pero antes de concluirla por completo, Jahan cayó muy enfermo;  sus hijos aprovechándose de esta situación lograron llevarlo preso para desterrarlo del trono, y así, quedarse con el poder. Desde su ventana, en su encierro, podía contemplar la obra que había construido, hasta que murió, y sus restos fueron enterrados junto a los de su querida esposa.
    
"El Taj Mahal parece la encarnación de todas las cosas puras, de todas las cosas santas y de todas las cosas infelices. Este es el misterio del edificio". (Rudyard Kipling) 

*Por: Alejandra Fuentes.






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